Este no es un escrito realizado a altas horas de la noche, pero el estado de letargo sería de gran parecido.
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Pensamientos activos y dispuestos a expandirse, ligeros, deseosos de vagar, ir y venir, subir y bajar. Participar con los pensamientos ligeros, elevarse en el espacio mental, viajar a través del recuerdo y la imaginación; ayudarles a los pensamientos a ir creciendo, madurando, diversificando los caminos ya recorridos, para generar la oportunidad de crear otros, nuevos, interesantes, emocionantes.
La pesadez llega cuando se retienen a los pensamientos activos, no se les permite ser, se desinflan las ilusiones y las ensoñaciones. Son amarradas sus expectativas, amordazadas sus consciencias, humilladas sus voluntades, automatizadas sus acciones, tensionadas sus resistencias, abandonadas sus esperanzas, acartonadas sus acciones.
Es cuando el tiempo transcurre terriblemente lento. Llega un momento en que las agujas del reloj parecen burlarse, disfrutar la agonía ocasionada por su lento movimiento; cada vuelta de minuto se siente eterna, no se diga una vuelta de hora.
¿Cómo contrarrestar esta situación? Cómo aprender a sobrellevar, o sobrevivir, cuando el tiempo se arrastra más lento que el derretimiento de un cubo de hielo en el Polo Norte.
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