Estas palabras son para un ser humano maravilloso. Para una persona que a lo largo de toda su vida se dedicó a estar al servicio de los demás.
Quienes tuvimos la dicha de conocerla realmente, podemos recordar innumerables ocasiones en que, con una visita, con una palabra de aliento, con una sonrisa y la seguridad de sus oraciones, podía llenar de paz y esperanza a las personas a su alrededor.
También podemos recordarla como aquella a la que se podía recurrir en los momentos difíciles, estaba siempre atenta a servir a los demás, dispuesta a visitar y atender a un enfermo o a consolar a una familia por la partida de un ser querido.
Durante toda su vida se dedicó a realizar actividades productivas sin queja alguna, era una persona independiente y autosuficiente, evitaba molestar o, como ella decía: "ser una carga" para los demás, aunque se sintiera mal y necesitara cuidados, pues estaba acostumbrada a valerse por sí misma.
En cada una de sus conversaciones y partes de su vida incluía siempre a Dios, hablaba de él y hablaba con él, agradecía por todo lo que tenía, y cuando pedía, lo hacía por y para los demás, siempre tenía a alguien por quien rezar y muchos estuvimos en sus oraciones constantemente.
En su casa como en su corazón, recibía con la puerta y brazos abiertos a quien la buscara o necesitara, nunca le negó la palabra o el saludo a alguien, al contrario, buscaba reconciliar a las personas, siempre encontraba una excusa para los demás, siempre buscaba una explicación benévola para quienes la herían, pasó gran parte de su vida justificando las acciones de las personas.
Por eso, ella quiso que sus restos mortales descansaran en este lugar, junto a su madre, junto a su esposo (Abuelito Humberto) donde no hay muros, ni paredes, ni cadenas, ni candados que impidan visitarla o dejarle flores, donde puede seguir estando disponible para los demás, como siempre lo estuvo en vida.
Para ella, para esa persona tan amada y querida, que recibía con serena alegría las cosas buenas y con valiente resignación los golpes en su vida, están dedicadas estas palabras, como una forma de conmemorar lo que fue y que seguirá siendo en los corazones de quienes la amamos.
Para Doña Cristina. . . . Abuelita Cristinita.
Quienes tuvimos la dicha de conocerla realmente, podemos recordar innumerables ocasiones en que, con una visita, con una palabra de aliento, con una sonrisa y la seguridad de sus oraciones, podía llenar de paz y esperanza a las personas a su alrededor.
También podemos recordarla como aquella a la que se podía recurrir en los momentos difíciles, estaba siempre atenta a servir a los demás, dispuesta a visitar y atender a un enfermo o a consolar a una familia por la partida de un ser querido.
Durante toda su vida se dedicó a realizar actividades productivas sin queja alguna, era una persona independiente y autosuficiente, evitaba molestar o, como ella decía: "ser una carga" para los demás, aunque se sintiera mal y necesitara cuidados, pues estaba acostumbrada a valerse por sí misma.
En cada una de sus conversaciones y partes de su vida incluía siempre a Dios, hablaba de él y hablaba con él, agradecía por todo lo que tenía, y cuando pedía, lo hacía por y para los demás, siempre tenía a alguien por quien rezar y muchos estuvimos en sus oraciones constantemente.
En su casa como en su corazón, recibía con la puerta y brazos abiertos a quien la buscara o necesitara, nunca le negó la palabra o el saludo a alguien, al contrario, buscaba reconciliar a las personas, siempre encontraba una excusa para los demás, siempre buscaba una explicación benévola para quienes la herían, pasó gran parte de su vida justificando las acciones de las personas.
Por eso, ella quiso que sus restos mortales descansaran en este lugar, junto a su madre, junto a su esposo (Abuelito Humberto) donde no hay muros, ni paredes, ni cadenas, ni candados que impidan visitarla o dejarle flores, donde puede seguir estando disponible para los demás, como siempre lo estuvo en vida.
Para ella, para esa persona tan amada y querida, que recibía con serena alegría las cosas buenas y con valiente resignación los golpes en su vida, están dedicadas estas palabras, como una forma de conmemorar lo que fue y que seguirá siendo en los corazones de quienes la amamos.
Para Doña Cristina. . . . Abuelita Cristinita.
1 Comentarios o Sugerencias:
un abrazo,
te quiero amiga.
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